domingo, 22 de febrero de 2009

Pus

Hoy fue un día de emociones encontradas, donde transité a través de polos paralelos, experimentando intensamente una amplia gama de sentimientos heterogéneos: Golpee mi puño cerrado con ira, hice rabientas que hicieran que me doliera la cabeza, me sentí impresionado, confundido, perdía y ecuperé la esperanza en cuestión de horas.

Uno de mis propósitos recientes ha sido el tratar de superar los rencores. De librarme de la carga del negativismo que constantemente sentía (¿siento?) hacia otros seres humanos.
Sin embargo, hay ocasiones donde una tarea tan aparentemente simple como esta me cuesta mucho trabajo: Hoy fue uno de esos días. Existe gente a la que aún resiento y no encuentro la forma de superarlo y olvidarlo, tanto rencor que pudre mis entrañas.
Quisiera herirlos, de la forma que ellos me laceraron figurativamente… Pero a medida que mis fantasías de venganza se tornan más y más tenebrosamente realistas, me doy cuenta de cuan absurdo es esto, de cómo es simplemente designar importancia a una persona que no debería de tener la menor injerencia en la forma en la que vivo mi vida. ¿Pero como recordarlo cuando la frustración se apodera de ti? ¿Cómo canalizar ese enfoque positivo que tanto trabajo te ha costado erguir, cuando lo único en que puedes pensar es la forma en la que un día te gustaría presenciar como alguien sufre?
Es agotador llevar esta carga. Literalmente. No quiero que el veneno fluya por mis venas y de la misma forma como acepto la existencia de este, también tengo que reconocer que ha habido mejoría, que aún cuando la situación a nivel global no pinta bien para nadie, he enfrentado todo con positivismo. Tal vez sea por eso que las recaídas sean tan dolorosas.

Después de experimentar todo esto, fui al cine a ver Slumdog Millionaire, la cual lamentablemente apenas se estrenó este fin de semana en México.
Me conmovió muchísimo y en cierta forma, mejoró mi día. Cuando una película, un libro o una canción, mueven algo dentro de mi, me inspiran, tiendo a retomar el control y vuelve aquel tipo imbatible, con férrea convicción. El que me cae bien y resuelve las cosas.

Lo único que aún no logro arreglar ni siquiera un poco, es que me guste tanto una chica, la cual probablemente sea tan diferente a mi, que este destinado al fracaso.
La cosa es que me agrada tanto, que me torno en esta especie de adolescente inseguro / acosador, que no comprende el concepto de jugar sus cartas de manera tranquila y segura. Peor aún, es que ni siquiera la conozco bien y ya me estoy quebrando la cabeza por nada.

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