lunes, 24 de noviembre de 2008

¡Orgánico goooeeeei!

En la edición de Junio de 1970 del New York Magazine, se publicó “These Radical Chic Evenings” de la autoría de Tom Wolfe. En este artículo relataba una fiesta a la que el autor asistió en Manhattan, cuyo anfitrión era el legendario compositor y director de orquesta Leonard Bernstein.
La intención del hombre detrás de la música de West Side Story (una de mis películas favoritas), era la de congregar algunos de los socialités más poderosos de la ciudad para ponerlos en contacto con los líderes del Partido de las Panteras Negras.

La pieza es recordada en menor medida a la incongruencia de que los mayordomos de costumbre de la familia – ambos afroamericanos – estuvieran sospechosamente ausentes durante la velada, reemplazados por sudamericanos blancos recién contratados y en mayor mesura por el contraste que plasmaba entre la ira negra y la culpa blanca.

Wolfe, satiriza a estos miembros de la clase alta blanca, designándolos como radical chic: individuos que apoyan causas sociales más por cuestiones de estatus social que por un interés verdadero.

Uno pensaría cuán diferentes deberían ser las cosas en cuanto a este respecto entre la gran manzana de hace treinta y ocho años y la capital mexicana en la actualidad.

Últimamente, cada vez que termino en una fiesta, me doy cuenta que el fenómeno radical chic se mantiene vivo y fuerte, su corazón latiendo enérgicamente donde quiera que los keffiyehs se sacudan al ritmo de las percusiones del techno y house, sin que alguien en la pista tenga la menor pista de la importancia de su mensaje sociopolítico en la comunidad occidental… Siempre que se sigan inscribiéndose en campañas de Facebook manifestando férrea oposición al calentamiento global, mientras se enlistan para engullir un jugoso corte de carne en la comida (He aquí el porque)… Dondequiera que se siga curándose la cruda en los medios días desayunando alimentos orgánicas, adquiridos en alguna tienda del grupo Wal-Mart.

No se trata de mantener una actitud militantemente opresiva, que no de cabida al dialogo: No esta entre mis planeas sabotear McDonald’s o lanzar ladrillos a las ventanas de las tiendas de Nike.
Sin embargo a veces necesito una buena dosis de congruencia en mis días. Necesito saber que aún existe gente que cree en algo por convicción propia más que un fuerte deseo de pertenencia.

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